Pseudoterapia
Como hemos comentado en el apartado La Terapia, debido a su presente sustento simbiótico y sincrético la Terapia Biogestalt se encaja dentro de la denominación de Pseudoterapia.
¿Qué es una pseudoterapia?
Se considera pseudoterapia a la sustancia, producto, actividad o servicio con pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su seguridad.
El observatorio de la organización médica colegial contra las pseudociencias, pseudoterapias, intrusismo y sectas sanitarias define el término como “una propuesta de cura de enfermedades, alivio de síntomas o mejora de la salud, basada en criterios sin el respaldo de la evidencia disponible”.
Constitución de una pseudoterapia.
Son muchos los trucos que se ponen en práctica para hacer pasar por válida una propuesta fraudulenta. Algunos comunes son los siguientes.
Se autoinviste de una capacitación como aval de veracidad y rigurosidad.
Crea o se asocia con entidades para buscar una apariencia de respaldo oficial a lo que dice.
Nos dice lo que queremos oír: que tenemos control sobre todo lo que nos rodea.
Simplifica problemas complejos, convirtiéndolos en inteligibles (nos hace sentir más listos).
A la vez, refrenda esas explicaciones con terminología técnica incomprensible y/o sin sentido.
Es hábil verbalmente, seguro de sí mismo, convincente.
Manipula el lenguaje, abusando de términos como “nuevos paradigmas”, “cuántico”, “metafísico, “holístico”, etc. y usando mantras reconocibles.
Expone como fundamentos “magias simpáticas” relaciones arbitrarias que nos parecen cercanas por simbolismo: los dientes
representan la agresividad, la oreja parece un feto..
Expone testimonios como pruebas de eficacia.
Se basa en otras otras pseudociencias como fuentes fidedignas.
Mezcla fuentes legítimas pero tergiversadas, o que tratan temas fuera de su campo de conocimiento.
Reviste sus fuentes de científicas: “según las últimas investigaciones…”
Orienta sus discursos (directamente o no) a la promoción de sus “consultas”, “formaciones”, libros.
Se infiltra en instituciones legítimas para revestirse de su prestigio: charlas en ayuntamientos, universidades, etc…
Se presenta con títulos jurídicamente seguros: “terapeuta”, “acompañante”, “facilitador”, “chamán”, “psicólogo”, “psicólogo
transpersonal”, “médico”…
Tolera muy mal las críticas, las cuales tilda de persecución orquestada para ocultar la solución real acallada por el sistema médico.
Usa técnicas de manipulación coercitiva, como apelar a la “libre elección” de su audiencia, explotando falacias y sesgos, en especial del de confirmación, exponiendo supuestos casos de éxito.
Tienen salida para cualquier duda: es raro oírles un “no lo sé” o un “tengo que consultarlo”. En casos extremos usarán el consabido, “la ciencia no tiene respuestas para todo, pero ya lo averiguará”.
En el apartado deontología, podemos ver las restricciones sobre el uso de estas terapias, que tienen las profesiones dedicadas a la Salud Clínica para la correcta y respetuosa atención del paciente.